PUEBLOS CON ENCANTO -ALCALA DEL JUCAR-

-ALCALA DEL JÚCAR-

Una cuestión innegable en España es que hay una gran cantidad de pueblos a descubrir. Hoy vamos a hablar de uno que merece mucho la pena hacerlo, situado en la provincia de Albacete. Un pueblo que cuenta con poco más de 1.200 habitantes.

Ya antes de acceder al pueblo viniendo desde su entrada sur, es obligatorio detenerns un momento en un mirador donde poder admirar de un sólo vistazo la belleza que alberga este pueblo e ir preparándonos para lo que nos espera cuando lleguemos. 


Nada más entrar una de las cosas que llama la atención fue ver que habían bastantes grupos de personas de despedida de soltero/a. Y en la cuennca del río se podía ver una zona habilitada donde hacían yincanas algunos de estos grupos.

Al tener situado el hotel justo al lado de la oficina de turismo, empezamos la visita por ahí. Como nota diré que es muy recomendable antes de iniciar ninguna ruta por los pueblos, pasar antes por la oficina de Turismo pertinente (si la hay) e informarse de todo antes de adentrarse con la visita.

Como hacían una visita guiada a la plaza de Toros, empezamos el recorrido con esta peculiar infraestructura. La visita en sí no era espectacular pero fue una buena toma de contacto.

Seguimos la visita por nuestra cuenta hacia la zona más característica del pueblo. Para ello hay que cruzar el puente Romano pasando por el río Jucar. Desde donde, por cierto, se pueden sacar unas fotografías preciosas.

Es recomendable tomarse la visita con calma hasta llegar al castillo ya que, como se puede apreciar, el pueblo se rige en la ladera de la montaña por lo que está todo lleno de escaleras y cuestas.
Dentro del propio castillo se puede ver las exposiciones tanto temporales como fijas en el interior de la torre. Además, desde la azotea de la propia torre se puede otear todo el horizonte y deleitarte con la vistas, que son espectaculares. Una de las cosas de las que eché en falta fueron paneles informativos por dentro, donde explicaran brevemente cada sala.



Una vez fuera de la torre se puede disfrutar de su jardín, en donde tienes la sensación de viajar a otro país y de encontrarte por los parajes del norte de Europa como Irlanda o Escocia.









A la bajada, la siguiente parada eran las famosas casas cuevas de allí. De hecho, están bastante bien señalizadas para no perderte callejeando por el casco antiguo,cosa que tampoco es mala opción ya que tiene unas callejuelas muy coquetas. Como consejo útil, para evitar volver a subir escaleras y cuestas, vale la pena entrar primero a la Cueva del Diablo y seguidamente a la Cueva del Rey Garaden, ya que la salida de la primera te deja muy cerca de la entrada a la segunda.
En las dos hay que pagar una entrada que incluiye una consumición dentro de las mismas.

Lo más destacable de ambos sitios son las vistas tan impresionantes que se tienen mientras tomas tu consumición. Por lo demás la visita no está mal, pero sin ser tampoco una maravilla. En concreto la del Diablo, cuya exposición se centra más en la vida de este pintoresco señor con fotografías suyas acompañados de famosos y en platós de televisión. Nada con especial interés realmente.


Siguiendo con la bajada se pasa también al lado de la Iglesia de San Andrés.

 Una de las imágene más bonitas del pueblo es cuando llega la noche. Observar la ladera de la montaña desde el puente es una estampa muy bonita.

Destacar que en la zona moderna del pueblo se encuentran dos parkings al aire libre, uno vigilado y otro sin vigilar. Están uno al lado del otro, y ya depende de vosotros que queráis gastaros unos pocos euros que cuesta el vigilado o no. Nosotros optamos por dejar el coche en el aparcamiento sin vigiliancia y no tuvimos ningún problema.

Nos hospedamos en el Hostal Rambla. Bastante recomendable por su situación (a un minuto del puente romano, de los aparcamientos y de la oficina de turismo), servicio y por las habitaciones, modernas y cómodas.

En cuanto a restaurantes, recomendamos ir al Mesón El Chato donde comimos un menú el primer día a un precio muy ajustado y con unos platos con lo que no te quedas con hambre y lo mejor, muy buenos. También en el restaurante El Mirador, donde comimos el segundo día, aunque en este caso vale la pena previa reserva, para disfrutar de una mejor mesa donde disfrutar de las vistas mientras comes.

 Y por supuesto, probar en alguna de las pastelerías el dulce típico que es la Tarta de Alcalá, buenísima.

Os esperamos en el próximo post. Y recuerda: Haz el turismo y no la guerra!!!

@unraticoconmigo

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